lunes, 25 de agosto de 2008

EVANGELIOS

Evangelio de Lucas

San Lucas escribiendo el Evangelio

San Lucas escribiendo el Evangelio

El Evangelio según Lucas es el tercero de los Evangelios contenidos en el Nuevo Testamento de la Biblia.


Autoría

El Evangelio es anónimo, puesto que no está firmado. Se atribuye a Lucas, el «médico querido» al que alude Pablo de Tarso en su Epístola a los colosenses.

El autor del Evangelio es también autor de los Hechos de los Apóstoles. Ambas obras están dedicadas a un tal Teófilo de quien se ignora si es un personaje real, un nombre simbólico (Teófilo quiere decir 'amigo de Dios') o un pseudónimo.

De la lectura de ambas obras, puede deducirse fácilmente que el autor es un acompañante de Pablo (parte de los Hechos de los Apóstoles está redactado en primera persona del plural) y que no conoció a Jesús, pues, según su propio testimonio, fue escrito tras haber «investigado diligentemente todo desde sus orígenes» consultando con «testigos oculares y servidores de la palabra».

La atribución a Lucas de entre todos los discípulos de Pablo se basa en parte en que su Evangelio es el que utiliza más términos médicos.

Según la tradición, aunque Lucas nunca conoció a Jesús, tras su conversión al Cristianismo viajó a Roma, donde conoció a Pedro y Marcos. También conoció a María, la Madre de Jesús. Esto le permitió narrar en su Evangelio, numerosos hechos de la infancia de Jesús (como la Presentación del Niño en el templo) y muchos detalles de María (como la visita que hizo a su prima Isabel y su cántico, el Magníficat).

Su evangelio tiene una finalidad pastoral: su intención es la profundización de la fe, mostrando a Cristo como el Salvador de hombres y mujeres, resaltando su espíritu de misericordia.

Datación

Argumentos para una datación tardía

La datación mayoritaria sitúa a este evangelio en los años 80, debido a que se supone que Lc 21 describe la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70.

Así, refiriéndose al templo Jesús dice: «llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida» y, respondiendo a la pregunta de cuándo sucedería responde: «Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato» y «Se levantará nación contra nación y reino contra reino».

Las dataciones más tardías están limitadas por el hallazgo del papiro P75 (hacia el año 200) y la mención del evangelio de Lucas que hacen Ireneo de Lyon y el Fragmento muratoriano hacia el año 180.

Argumentos para una datación temprana

Las dataciones más tempranas (Robert Lisle Lindsey; David Flusser; J. B. Orchand; B. Reicke; J. A. T. Robinson) se basan en los siguientes argumentos:

Representación del evangelio de Mateo (ángel). Véase tetramorfos.

Representación del evangelio de Mateo (ángel). Véase tetramorfos.

1. Algunos autores (C. C. Torrey; C. H. Dodd) exponen que Lucas 21 no da ningún detalle histórico de la destrucción de Jerusalén, sino que toma todas las imágenes del Antiguo Testamento (Jeremías 21; Zacarías 12; 14; Esdras 9; Salmo 79; Ezequiel 40–48; etc.).

Así, en algunos de estos pasajes citados, también se dice:

  • «Judá será sitiada, lo mismo que Jerusalén, y todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella» (Zacarías 12).
  • «Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén. La ciudad será tomada, las casas serán saqueadas y violadas las mujeres» (Zacarías 14).

También Ezequiel, en el contexto de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor, describe Jerusalén sitiada (cap. 24) y su toma (cap. 33), aportando descripciones que pudieron haber sido tomadas por Lucas.

En esta misma línea argumental, se dice que de tratarse de una profecía post eventum podría haberse enriquecido la descripción aludiendo, por ejemplo, al fuego, pues el Templo fue incendiado.

2. La destrucción de Jerusalén y de su templo es profetizada en Daniel 9:26: «...se quitará la vida a un ungido y no le quedará nada y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario».

3. Otros personajes, como Jesús, el hijo de Ananías, también predijeron la destrucción del templo, según Flavio Josefo en su Guerra de los Judíos VI, 300–309.

4. Ni el Evangelio de Lucas ni los Hechos de los Apóstoles mencionan el cumplimiento de esta profecía, lo que supone un indicio de que el Templo no había sido destruido en el momento de escribirse, especialmente si se considera que en las profecías post eventum se describe su cumplimiento, como en Juan 21:18–19 (profecía post eventum sobre la muerte de Pedro) y en Hechos 11:28 (probable profecía post eventum de un periodo de hambre que aconteció con Claudio).

5. Las recomendaciones de Jesús de huir a las montañas de Judea no fueron seguidas, pues los cristianos de Jerusalén huyeron a Transjordania.

6. El libro titulado Hechos de los Apóstoles finaliza con Pablo sometido a arresto domiciliario en Roma, lo cual ocurrió el año 62. Por ello, es lógico pensar que Hechos fue escrito hacia ese año y, dado que se escribió como segunda parte del evangelio de Lucas, éste tendría que haber sido escrito algún tiempo antes, quizás a finales de los años 50.

7. En el capítulo 8 de la Segunda epístola de Pablo a los Corintios, escrita en un arco que oscila entre el año 54 y el año 57, se alude a que Pablo envió a Corinto a Tito y «al hermano, cuyo renombre a causa del Evangelio se ha extendido por todas las Iglesias» y que «fue designado por elección de todas las Iglesias como compañero nuestro de viaje».

Algunos eruditos como Julián Carrón Pérez y José Miguel García Pérez, pertenecientes a la escuela exegética de Madrid, en su libro Cuándo fueron escritos los Evangelios, interpretan que el «hermano» que acompañó a Tito, famoso por su proclamación del Evangelio, fue Lucas y que la proclamación del Evangelio sólo podía realizarse llevando consigo un libro que contuviera el Evangelio.


Evangelio de Juan

San Juan escribiendo el Evangelio

San Juan escribiendo el Evangelio

El Evangelio según Juan es un libro de la Biblia en el Nuevo Testamento que contiene la historia de la vida de Jesucristo. El apóstol Juan el evangelista es considerado su autor, aunque dada la fecha supuesta de redacción parece que no es así (lo más probable es que fuera la comunidad fundada por dicho discípulo, seguramente la de Éfeso).

Después de la introducción (1:1-5), la narración del libro empieza en el verso 6, y consta de dos partes. La primera parte (1:6-capítulo 12) contiene la historia del ministerio público de Jesús desde su introducción por Juan el Bautista hasta su fin. La segunda parte (capítulos 13-21) presenta a Jesús con sus enseñanzas y ministerio a sus discípulos (13-21), y da cuenta de sus sufrimientos en la Pasión y la aparición a sus discípulos después de su resurrección (18-21).

Los puntos notables de este evangelio son (1) la relación entre el Hijo y el Padre, (2) entre el redentor y los creyentes, (3) el anuncio del Espíritu Santo como Consolador, y (4) el énfasis sobre el amor como un elemento de carácter cristiano.

Este libro está escrito primariamente a los cristianos. Se supone que fue escrito en Éfeso, que después de la destrucción de Jerusalén (70 d. C.), vino a ser el lugar principal de vida cristiana.

El evangelio fue escrito para personas conocedoras de la cultura judía y al mismo tiempo en contacto con el pensamiento griego; además se les pone en guardia frente al gnosticismo.

Datación

La datación mayoritaria sitúa a este evangelio hacia el año 100 (entre 80 y 110).

Las dataciones más tardías están limitadas por el Papiro P52 (hacia 125-150) y por las menciones al evangelio de Juan que hacen Ireneo de Lyon y el Fragmento muratoriano hacia el año 180, así como Clemente Alejandrino y Tertuliano hacia 200.

Las dataciones más tempranas (P. Gardner-Smith; A. T. Olmstead; E. R. Goodenough; H. E. Edwards; B. P. W. Starther Hunt; K. A. Eckhardt; R. M. Grant; G. A. Turner; J. Mantey; W. Gericke; E. K. Lee; L. Morris; S. Temple; J. A. T. Robinson) se basan en los siguientes argumentos:

  • Se describe la ciudad de Jerusalén que existía antes de ser completamente arrasada en el año 70, con detalles que han sido corroborados por estudios arqueológicos (W. F. Albright; R. D. Potter; Joachim Jeremias). Las descripciones de Jerusalén siempre se hacen en tiempo presente, nunca en pasado.
  • El ambiente descrito en el evangelio corresponde al que había antes de la rebelión del 66. (Charles Harold Dodd)
  • No presenta ninguna profecía acerca de la destrucción de Jerusalén. En Jn 2,19 hay un comentario de Jesús cargado de simbología con respecto a la destrucción del templo y a su resurrección al tercer día.
  • Aunque algunos autores afirman que la cristología de este evangelio estaba más elaborada y avanzada que la de los sinópticos, otros sostienen que presenta una cristología primitiva. La mayor dificultad de esta teoría es la afirmación de la preexistencia del Verbo en Jn 1,1. Sin embargo, la idea de la preexistencia de la palabra creadora de Dios ya estaba presente en la literatura sapiencial judía (Pr 8,22-31; Eco 24,1-22; Sab 9,1) y en el Targum. Por otro lado, la identificación de Jesús con la Sabiduría de Dios está presente también en los sinópticos.
  • No presenta referencias a los gentiles, al contrario de lo que ocurre en los sinópticos.
  • Jn 21 parece presuponer que Pedro había muerto. Un gran número de autores consideran que este capítulo final es un añadido. El capítulo parece salir al paso de especulaciones acerca de si, tras la muerte de los principales representantes del cristianismo (Santiago "el hermano del Señor" en el año 62 y Simón Pedro hacia el 64), Juan sobreviviría hasta la segunda venida del Cristo. Se sitúa así, este capítulo, del año 65 en adelante, sin poder definir más la fecha.